Literaria Escuela Normal 32
  Recetas poéticas 2008
      Brian Faloni

Esta receta fue realizada por María Eugenia Herrera en el marco de su práctica de ensayo para transmitir a sus alumnos una idea acabada del trabajo que debían realizar.
 
ARENGA A LA TORTA FRITA
 
Arenoso fruto del trigal, blanca cosecha de los campos, revuélvete con esa suntuosa coraza de la carne animal. Graciosa grasitud, mézclate a la pureza de la harina. Baila con ella una danza de amistad. Confúndanse las esencias de las dos en un abrazo antiguo.
Que la cocina sirva de escenario a este rito del país, ahora que la llovizna arrecia lenta del otro lado del vidrio.
Apresuren el diálogo de sus formas, que en tanto, los sentimientos se aletargan en el interior de las almas que las aguardan para celebrar una íntima comunión.
Ahora, déjense sazonar por los cristales de una lluvia salmuerada, y por el sol de gelatina, corazón de una cajita aovada, que se desarma sobre el charco informe de sus colores.
Ya son, por fin, todos juntos, las partes de un todo precioso: indisociables, consumados en una musculosa y blanda corporeidad (ya te tengo entre mis manos; tibia y ansiosa respiras la bondad de una promesa).
Como un papiro vegetal, se despereza sobre la mesa la abultada proporción de tus curvas. Moldeaduras expertas dibujan círculos en tu lomo inmaculado que se entrega como un amante irremediablemente seducido.
Ruedas redondas, dan a luz tu vientre: laten crudos los recién nacidos mirando a su creador desde la mesa que los acuna, sin parpadear, con el único ojo de su frente.
No saben ¡hay pobres polifemos de masa! que el bautismo hirviente de un río chisporroteante los espera, en la hoguera doméstica que ya los nombra a gritos.
Desnudos, albinos, los pequeñuelos se zambullen en la bendita solución alquímica que vestirá de crocante oro sus harinosos cuerpos.
Y, a su tiempo, saldrán de esa marea humeante, exquisita, como ostias carnales, tus hijos: protagonistas de la celebración más vernácula de todas: el reencuentro de las almas en las casas del país, mientras afuera el cielo se rompe en lágrimas aguadas que estimulan a la reconciliación y al sueño.
María Eugenia Herrera

 

 
 

LOCRO
 
La luz de la luna contempla e ilumina,
el maiz reposando en la noche,
lo miro, y me dá un repentino sueño.
En el sueño veo abundante agua en ebullición,
que parecen olas gigantes,
con formas de huesos de cerdos y cueritos cortados.
Mientras que en el inmenso mar
se divide la falda, la panceta y el mondongo,
y flotan a su vez la rodajas de chorizo,
incorporándose, junto a los demás,
a medida que llegan a la orilla.
A lo lejos veo como se juntan los puerros y el zapallo,
en el lugar de encuentro,
donde todos los demás se unen al espeso oleaje del mar.
El humeante aroma que despide,
me hipnotiza,
y consigue atraparme hasta el final.

2do 5ta

     
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